Invierno-almencino 81x100 cm
Ya todas las hojas pasaron a mejor vida,
y con la expiración, el quebranto.
Alma que no respira,
tranquila, ya no hay pared que obliga,
ni energía que dé llanto.

Vejez en el cielo y en la tierra.
Raíz y árbol eres,
caja en quiebra,
espíritu que no medra...
Realza tu conciencia y no desesperes.

El cuerpo de tu espontaneidad
hallará en la nueva primavera.
Confía al abrigo de tu invisibilidad
porque el buen planificar
no lo intuye cualquiera.

Flores blancas.
Troncos desnudos.
Pastos deshabitados.
Frescor en el cielo y
gris en la tierra.

Invierno.
Vida para otra vida.


Caja y árbol. Pag.41

Villadella 100x100 cm *




Todo comenzó enVilladella.

...



Lo espontáneo 81x81 cm *

Lo planificado 81x81 cm
Érase entonces en aquel después un hábitat planificado y previsible y un hábitat espontáneo e imprevisible. Ensimismados ambos en sus sustentáculos propios, vivían incomprensibles y sin pleno conocimiento uno del otro, por lo que se mantenían a suficiente distancia. A pesar del distante trato profesado, la curiosidad del mundo planificado quiso pretender un espacio espontáneo y fabricó, desde lo más profundo de su ser, un pequeño laberinto con las cualidades de este último. El mundo espontáneo, que en un tiempo fue dueño y señor de todo, también a su manera deseó procurarse un pedacito de espacio planificado.
Con una parte del otro en su seno...
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Caja y árbol. Pag.22

Primavera-albaricoque 81x100 cm *
Un nuevo nacimiento vino en primavera.
En los momentos incipientes la caja aún dormía cuando brotaron las primeras flores del albaricoque. Poco a poco la estación fue avazando hasta encontrar su punto más álgido. Entonces el árbol, que había podido expandir sus hermosas flores blancas, pretendiendo cubrir todo el espacio, exhibió toda su magnificencia. El carácter expresado nada entendía de medias tintas, pululaba anárquicamente por todo el derredor de las ramas ajeno a algún acontecer previsible. La vida, en aquella plenitud, prendía sobre enormes campos del desorden con gran desconocimiento pero sin limitaciones.
El árbol, aprovechando su oportunidad de poder permanecer libremente absorto en sus asuntos intuitivos e informales, hacía caso omiso de cualquier uso de razón, y es que la caja aún se mostraba muy débil y no tenía ninguna capacidad aún para enseñarle el buen uso de lo planificado, apenas era una anécdota.
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Caja y árbol. Pag.28

Verano-olivo y almendro 100x81 cm *
Las flores del verano son las hojas. La hojas son la verdadera expresión de vitalidad y gracia que habita en la juventud. El esplendor que muestra el árbol configura el verdadero arte del vivir que posee esta etapa. Todo es claro, flexible, fácil y cómodo, se manifiesta flotabilidad, adaptablidad y desasosiego. Nada parece enturbiar porque nada molesta en realidad. La fascinación por todo lo que rodea es tan intensa que resulta difícil creer que existan estados desapacibles y apáticos.
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Caja y árbol. Pag.32

Otoño-kaki 81x100 cm *
El kaki, árbol de la madurez.
Otoño de la vida.
Parece que el peso de las hojas las hace insostenibles. Desean caer así como caen los años, pretenden ser alimentos de otras sustancias para el devengar de otras vidas..
El árbol intenta arraigarse con fuerza a sus hojas, como a la existencia misma. El poderío de la gravedad y el azote del viento todo lo enmudece en el incesante esfuerzo de permanecer vivos. Sí, las hojas expresan su fragilidad ante la vida, sin embargo poseen un color y un brillo muy especiales.
A pesar de las grandes alianzas naturales que inducen la inevitable caída, la heroica fuerza de la vida se entrega a una prestancia y originalidad inigualables.
En el otoño, la madurez, la caja se abre más hacia el exterior, las puertas y ventanas se hacen más grandes, la estructura es más sólida aunque más permeable. Los huecos disponibles de la caja los aprovecha bien el árbol, que se introduce por ellos queriendo pertenecer también al espacio planificado. Los dos mundos quisieran fundirse, pero aún no están dispuestos llegar a un acuerdo final. Con ello, los espacios racionales y planificados y los espacios sensibles y espotáneos conviven conscientemente en el mismo ambiente creando un aluvión, recién nacido, de espacios espirituales. Un insólito acaecer inesperado.

Caja y árbol. Pag.37